
Basado en su experiencia personal con la lectura , el magnate del acero Andrew Carnegie, centró gran parte de su accionar filantrópico en la promoción del libro mediante la financiación de una red de bibliotecas a nivel mundial. Un atajo imprescindible a la hora de construir un futuro posible.
La educación formal terminó de forma abrupta para el joven Andrew Carnegie. Apenas dejaba de ser un niño y a sus doce años, cuando comenzaba a explorar con ojos adolescentes el mundo, hizo las maletas y cruzó el Atlántico con su familia. En su magro equipaje de emigrante escocés, puso una muda de ropa raída pero acomodó con cuidado un tesoro: su puñado de libros favoritos. Los mismos que, al cruzar el Atlántico, se convertirían en su refugio durante los meses interminables en el océano , en su cable a tierra, en una puerta mágica hacia el futuro.
Mucho tiempo más tarde, una vez afincado en Pensilvania, los sueños del jóven Andrew, que comenzaron a gestarse en aquel barco aferrado al chinchorro de los libros, se anclaron con fuerza en tierra firme. A los trece años, quien más tarde se convertiría en el magnate más poderoso del rubro siderúrgico e iniciaría una catarata de obras benéficas a través de la fundación filantrópica Carnegie Corporation de NY, daba sus primeros pasos como un simple operario fabril.
Más tarde, cuando el dinero comenzó a fluir hacia sus arcas de modo imparable y lo catapultó bien alto, hasta la cima de los hombres más ricos del mundo, su primera gran obra de beneficencia tuvo que ver con los libros. Como autodidacta, había aprendido, por experiencia, un secreto para lograr el éxito . Este consistía en que quien, por necesidad, tuviera que dejar los estudios para trabajar , tal como le ocurrió a él mismo pero contara con una biblioteca cerca, tendría siempre una salida. Una puerta diferente, paralela y grandiosa, para nutrirse, aprender y soñar. En su caso,como jóven trabajador, se había beneficiado de forma extraordinaria del sistema de préstamo de libros vigente en Allegheny, Pensilvania. Más tarde, su accionar arrollador en esta dirección como fundador compulsivo de bibliotecas, haría que la gente de su tiempo espontáneamente, lo apodara el “Santo Patrón de las Bibliotecas”.
Poner a disposición un recurso clave para el desarrollo, como el libro
Sin lugar a dudas, con la apertura de numerosas bibliotecas públicas en todos los rincones de los Estados Unidos y en su país natal, Escocia, Carnegie puso a disposición de millones de personas, un recurso invaluable. Un accionar que, en su nueva patria se convertiría en una inyección vital imprescindible para dar impulso al movimiento de las bibliotecas públicas gratuitas de los EEUU. La primera piedra en esta dirección cultural , fue colocada en el año 1881, cuando tuvo lugar la apertura en Dunfermline, Escocia, su ciudad natal, de una biblioteca pública. Más tarde, la tarea fundacional se desplegaría de forma imparable, involucrando en esta gesta a favor de los sueños y la cultura unos 56 millones de dólares. De un total de 2509 bibliotecas públicas levantadas por acción de la Fundación Carnegie, 1681 se construyeron en suelo estadounidense.
Como parte clave e inamovible para hacer efectiva una donación, Carnegie puso una condición que reflejaba su idea central al respecto. Esta consistía en que las bibliotecas debían ser mantenidas económicamente por aquellas comunidades a las que brindaban este invaluable servicio cultural. La biblioteca, según el avezado empresario, era el mejor regalo que se le podía hacer a una ciudad, a una comunidad, y en agradecimiento, los esfuerzos de todo el municipio debían de ser empleados en su cuidado, mantenimiento y crecimiento.
La visión de Carnegie en torno a la cultura, sigue guiando cada uno de los esfuerzos de la Carnegie Corporation de NY. En la actualidad, esta entidad se alza como una de las más grandes en el campo de la filantropía de bibliotecas. Un accionar que abarca desde la construcción de los edificios, la ayuda para el equipamiento con ejemplares hasta la financiación de la primera escuela de bibliotecología de posgrado de los EEUU,la digitalización de colecciones y el apoyo de programas para los ciudadanos y de idioma inglés, entre otros servicios a las comunidades.
Esbozo de un legado imprescindible
Andrew Carnegie creía con convicción y firmeza, apoyado en su experiencia personal como jóven inmigrante, en el poder imbatible de la educación para cambiar los destinos. Por ello, su foco siempre estuvo centrado en la facilitación del acceso a recursos intelectuales para todas las personas. Su enfoque puesto en la creación de una red de excelentes bibliotecas de carácter gratuito reflejaba su más profundo anhelo : el de brindar acceso a una forma de autoeducación de calidad y con ello contribuir a mejorar la vida de las personas. A continuación se detallan las contribuciones más notables de su gestión como gran filántropo.
~ Red de Bibliotecas públicas: Andrew Carnegie dirigió de cerca y financió la totalidad de las obras y equipamientos de una 2,500 bibliotecas gratuitas en todos los confines del planeta. En Estados Unidos,se encuentran la mayoría de ellas con 1,679 bibliotecas.
~ El Carnegie Hall: El moderno y famoso auditorio situado en el corazón de NY Nueva fue uno de sus grandes aportes .